Brigada Informativa

"Elpidio Valdés"

 

 

 

 

 

 

 

 

Un trabajador del próspero sector de la construcción inmobiliaria nos cuenta las deplorables condiciones de trabajo de los sustentadores del "milagro económico español".

Me llamo Javier y soy albañil y además no soy de alcohólicos anónimos, lo digo por la presentación, no vaya a ser que…

Lo primero que quiero dejar claro son dos cosas: Lo que nos queda de derechos a los trabajadores son las rentas de la lucha obrera dada durante el franquismo y la transición, principalmente por el partido comunista y sindicatos obreros como el entonces comisiones obreras, del que solo se conservan, hoy por hoy, las siglas. No obstante, de seguir con esta apatía no tardaremos mucho en perder lo poco que aún nos queda.

   En segundo lugar quiero hacer recordar que vivimos en el “primer mundo” y en ese sentido somos “obreros privilegiados” respecto al resto de nuestros compañeros.

   Como obrero que soy estoy sujeto a la oferta y la demanda del mercado, eso quiere decir, sobre todo, a los intereses de la mafia del capital y su necesidad de lavar dinero negro en el negocio de la construcción, becerro de oro aquí en Mallorca, sitio en el que resido. De eso depende mi trabajo y el de otros tantos miles de obreros de la construcción y oficios subsidiarios.

    El derecho al subsidio de desempleo, por el cual nosotros pagamos deduciéndose de nuestras nóminas mensualmente, se ha ido rebajando gobierno socialdemócrata tras gobierno conservador tras gobierno socialdemócrata, todos de centro reaccionario y burgués.

   El número de muertes por “accidentes laborales” sigue siendo el mayor de Europa, tanto por falta de inversión en la seguridad como por falta de inspectores de trabajo, así como por falta de condenas judiciales por estas faltas.

    Se suele trabajar a destajo, la precariedad laboral es total, puedes cambiar de empresa yo qué sé las veces al año. Tantos metros haces, tanto cobras. Todo incluido en esos metros.

   Si te despiden y no tienes “paro”, te jodes y búscate la vida, porque en este sistema el derecho a la propiedad privada está por encima del derecho a la vida, diga lo que diga la constitución a la que ya se encargaron de vaciar de contenido.

   Eso sí, mientras puedas producir, mientras seas “explotable”, puedes comportarte como un buen consumidor y vivir para comprar, para firmar letras, para hipotecarte la vida, para que el vacío existencial se te llene con cosas. Y cuando acabe tu vida productiva, quedas aparcado en tu piso, en tu asilo, donde no molestes.